Día 17 Daily podcast Adviento 2021

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Martes 14/12/2021 - La lectura de hoy está recogida del Evangelio según San Mateo 21,28-32 Reflexión: Martes, III semana de Adviento. San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia. Hoy, al celebrar a san Juan de la Cruz, descubrimos un espejo en el que nos vemos reflejados. Aunque a veces ver a los santos nos da miedo, porque son profetas que llaman a la conversión y nos recuerdan las palabras impresionantes de Jesús: "Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío" (Lc 14,27). Recordar hoy la vida de San Juan de la Cruz nos ayuda a ver el camino a recorrer y nos estimula a volver al Maestro, aunque nos encontremos en la noche del pecado y la tibieza. En la entrega total de su vida, sintió el amor divino; él, pequeño de estatura, fue grande en sufrimientos; su mismo nombre ya lo indica: “Juan de la Cruz”. De una cruz que lleva a grandes dones divinos, que muchos desean obtener, pero sin tener que pasar por el camino estrecho que conduce a ellos. Llevamos la cruz porque no queda más remedio, pero nos quejamos y protestamos por el peso que hemos de llevar, y vemos la vida como una mala noche en una mala posada. Hay personas que sí cargan con su cruz y lo hacen alegres, porque son capaces de amar: son los santos. ¿Es que ellos no tuvieron problemas? ¡Claro que los tuvieron!, pero se abrieron a una mirada diferente, porque supieron dónde está la fuente de vida que siempre brota. Los santos son un modelo, pero no quieren que les sigamos a ellos, sino a Jesucristo; san Juan de la Cruz lo expresa muy bien cuando dice: "Nunca tomes por ejemplar al hombre en lo que hubieres de hacer, por santo que sea, porque te pondrá el demonio delante sus imperfecciones, sino imita a Jesucristo, que es sumamente perfecto y sumamente santo y nunca errarás". En el evangelio de hoy contemplamos al padre que tiene dos hijos y dice al primero: "Hijo, vete hoy a trabajar en la viña" (Mt 21,28). Éste respondió: "‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue" (Mt 21,29). Al segundo le dijo lo mismo. Él le respondió: "Voy, señor"; pero no fue... (cf. Mt 21,30). Lo importante no es decir “sí”, sino “obrar”. Hay un adagio que afirma que «obras son amores y no buenas razones». Obediencia viene de “ob-audire”: escuchar con gran atención. La obediencia, invita desde la oración, a no hacernos “sordos” a la voz del Amor. Decía San Josemaría Escrivá que: "Los hombres tendemos a “defendernos”, a apegarnos a nuestro egoísmo. Dios exige que, al obedecer, pongamos en ejercicio la fe. A veces el Señor sugiere su querer como en voz baja, allá en el fondo de la conciencia: y es necesario estar atentos, para distinguir esa voz y serle fieles". Cumplir la voluntad de Dios es ser santo; obedecer no es ser simplemente una marioneta en manos de otro, sino interiorizar lo que hay que cumplir: y, así, hacerlo porque “me da la gana”. Que nuestra Madre la Virgen, maestra en la “obediencia de la fe”, nos enseñe el modo de aprender a obedecer la voluntad del Padre. ¡Feliz y bendecido martes para tod@s! Accede a todo nuestro contenido en: @youcatenespanol #youcatenespañol

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