Alfonso XIII en Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy recordaremos la obscena e impúdica vida de Alfonso León Fernando María Jaime Isidro Pascual Antonio de Borbón y Habsburgo-Lorena, más conocido por Alfonso XIII, cuanto más me toca más me crece. El pequeño Alfonsín nació aquí en MadriZ, el 17 de mayo de 1886. Hijo póstumo del penita de Alfonso XII y María Cristina me quiere gobernar, fue nombrado rey na más asomó la cabeza de pelo porque sus hermanos mayores estaban “malitos”. Sagasta pidió que le aguantaran el cubata y reconoció como rey al pequeño Alfonso, que siendo Borbón y viendo a los hermanos, lo peor que podía pasar es que fuera putero. Su infancia fue la típica de un Borbón, sus potito de pollo con arró, su babero bordaito con la corona, su corcha de Reig Martí, su cuaderno pa escribí el discurso de navidad, su escopeta pa dispará a los hermanos, lo normal. Cuando cumplió 16 años, su madre dijo que no firmaba una autorización más pa que el niño pudiera tramitar la baja del móvil y lo declararon mayor de edad. El chavá se puso mu contento porque ya podía cogé la moto pa ayudá a alguien en la carretera sin quitarse el casco. Visitó todas las provincias españolas, incluida las Canarias, que eran el Teruel de antes, y también viajó mucho al extranjero. En una visita a París quedó con el Presidente de la República de allí y sufrieron un atentado, pero como los de Bruce Willis, que hace así con la cabeza pa´l lao como si le hubieran tirao un petardo mu cerca. El 31 de Mayo se casó con Victoria Eugenia de Battenberg y cuando iban dando el paseillo por la Calle Mayor, el anarquista Mateo Morral les tiró mu fuerte al carruaje un ramo de flores. Los reyes salieron ilesos pero dejó la calle pa poder meter la fibra óptica de ONO. Aquí fue cuando la madre le dijo, que quien se casa, casa quiere, y el pobre Alfonso se tuvo que poner a trabajar. Primero le salió un trabajito en Melilla, pero tuvo problemas con los marroquíes porque decían que era un enchufao. Luego le salió un trabajito en Cataluña, pero tuvo problemas con los independentistas porque no sabía catalán. Luego vino la Primera Guerra Mundial, que de allí no lo llamaron, pero tuvo problemas en casa porque la madre era del Sevilla y la mujé del Betis. Alfonso estaba mu estresao: los madrugones, los hijos que iba teniendo con la reina, los que iba teniendo con las que no eran reinas, el AMPA, pará el coche en doble fila pa dejá a los niño en el aula matinal. Así que decidió dar un giro a su vida y llamó a Primo de Rivera avisándole que se iba a quedar un hueco libre en la Zarzuela, que mandara el currículum y que dibujara en una esquina una coronita. Aliviado de sus funciones como monarca por fin Alfonso podía dedicarse a lo que realmente le apasionaba: LAS PELÍCULA DE PELO. El rey le pidió al conde de Romanones que le buscara una productora discretita y se puso a hacer castings y a escribir guiones de películas porno, todo un logro para un Borbón. Las películas las escondía en un convento, con lo fácil que era ponerle “Bautizo” en la pegatina y dejarla en el fondo del mueble detrás de la cinta de la comunión. Una de las pelis que hizo fue “El confesor”, porque él era mu católico y tó los curas tienen sobrinas. Victoria Eugenia se arrepintió de haberse casado con el monarca y se fue a Londres. Él, encantao, invitaba a su casa a los colegas para ver las pelis de follisque, como el que queda pa ver la final de la Champions. Cuando se quiso dar cuenta, tenía 34 años y menos vida laboral que el letrista de Kenny G. Pero como la cosa estaba mu mal en España, se tuvo que ir al extranjero. En 1931 se proclama en España la Segunda República presidido provisionalmente por Alcalá-Zamora, por lo que Alfonso ya no volvería ni pa tramitar la jubilación. En su exilio vivió en hoteles de lujo que podía pagar gracias al dinero previamente depositado en bancos ingleses y suizos. Alfonso XIII digo. Y al comenzar la Guerra Civil se decantó por el bando sublevado, afirmando ser un “falangista de primera hora”. Alfonso XIII, digo. De su hijos varones, el más listo que le salió fue Juan, al que nombró sucesor de los derechos dinásticos pero que se comió un moñón que ni fallando las 4 en las Vilimadas. El que sí se llevó la Flor de Utrera fue el nieto, Juan Carlo, al que su padre le contaba cómo el abuelo podía pagarse los hoteles de lujo en el exilio. El 28 de febrero de 1941, con 44 años, al ya exrey Alfonso, le dio un jama fuerte y no se pudo gastar el dinero que le quedaba en Suiza, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cada vez que le tiren un petardo muy cerca o vean una película sicalíptica.

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