Amparo Baró en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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La pequeña Amparo nació con 64 años el 21 del mes 09 de 1937 en Barcelona. Se ve que allí la gente celebró el año nuevo del final de la Guerra Civil con un rocetón fuerte. Su padre era aragonés y su madre valenciana, que se llevaban muy bien hasta que el padre le quiso echar chorizo a la paella, mejillones al arroz a banda y cebolla a la tortilla. Por eso se fueron a Barcelona, porque allí tó eso dá iguá, es la gastronomía inglesa de aquí. Desde chiquitita ya notaron sus padres que si iba a los programas de Juan y Medio, pasaba el casting, en cualquiera de los dos. Era ácida, irónica, de las niñas que decían “Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad, dile algo a Carmena en Twitter” Amparo cursó la EGB, el BUP y el COU en un colegio de monjas, monjas, de las de pellizcos y amenazarte con 6 años en arder en el infierno si se te veía la rodilla, por eso era cristiana católica apostólica de crucifijo que da tela de miedo encima de la cama y marcar la X de la Iglesia. Luego se matriculó en Filosofía y Letras, pero la abandonó porque en esas aulas descubrió que había gente todavía más impertinente que ella, por eso y porque vio a la actriz Asunción Sancho sobre las tablas y lo tuvo claro: “Mamá, quiero ser un árbol”. Así que con 20 años, en 1957, se apuntó al primer grupo de teatro que encontró en la guía de teléfono. Tras debutar en público con su primera obra la llamaron de la compañía del teatro Windsor, encabezada por Masillach y Amparo Soler, que eso era como si tú hubieras plantao una semillita de María Juana y te llamara Rafael Amargo. Al poquito de entrá, pero todavía en 1957, iban a estrenar una obra, de estas importantes con Premio Pulitzer, y a la primera actriz, Amparo Soler, le dio un ataque de apendicitis, así que pusieron a la otra Amparo pa ponerle tipex en las entradas sólo al apellido. Pero resultó que Amparo, Baró, la otra seguía con las grapas, deslumbró con su talento, empezando así una gran carrera profesional en el teatro. También hizo ese año una gira por Sudamérica y debutó en el cine, porque los 20 años de Amparo duraron más que la final del Falla del ‘95. Por eso de 1960-1970, trabajó menos que el que le pone sabor a fruta a los medicamentos. Sin embargo sí que pudimos verla en Televisión, de hecho participó en una de las primeras series rodadas en España, en… eso, ¡1957!. En 1980 rechazó uno de los papeles principales de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” porque de qué conocía ella a ese tal Pedro y además su personaje era muy chabacano. Y así fue como Amparo Baró perdió la oportunidad de ser chica Almodóvar, porque Pedro talentoso sí, pero una mihita rencoroso también. En 1995 interpretó a Sofía, la “más anciana” de las Chicas de Oro, en su adaptación española (Juntas, pero no revueltas), que tuvo menos éxito que un entrante de endivia en una comunión. En esta época ya tenía la cara como un cachorro de Sharpei, el peinado de Pilar Bardem y el ojillo derecho un poquito Oriol Junqueras. Pero fue en 1999, su interpretación de Soledad Huete, viuda de Jarana, en “7 vidas”, la que le dio mayor éxito y reconocimiento. Durante 7 años, Sole, jubilada, comunista y roja se dedicó a darle collejas al resto de personajes, sobre todo a Javier Cámara y Toni Cantó. Posteriormente los actores contaron que las collejas eran de coger fuerza tirando el brazo pa’trá, aunque yo creo que esas sólo se las daba a Toni Cantó, porque es al que más se le nota. No le gustaba el movimiento 15M, se declaraba anárquica porque decía que no era ni de izquierdas ni de derechas, pero votaba al PP. Vamos, que Amparo Baró y su personaje de Soledad Huete se parecían lo mismo que Leticia Sabater y Ava Gardner. Tras el final de “7 vidas” pudimos verla haciendo de Jacinta en “El internado”, que esa seguro que sí votaba al PP. No le gustaba recoger premios y eso que tiene un Goya a la mejor interpretación femenina en la película de Gracia Querejeta “Siete mesas de billar francés”. Se ve que los 7 le traían suerte. Ya de abueleta se enganchó a los videojuegos a partir del anuncio que hizo del juego “Brain Training”, pero se pasó a la Wii para jugar a los de tenis y boxeo, que con lo chiquitilla que era, no se tenía que hacer ni el avatar. Desgraciadamente, el 15 de enero de 2015, que ya es mala suerte haberte tenido que comer la cuesta de enero, Amparo Baró nos dejaba a los 61 años, aunque ustedes siempre podrán recordarla cada vez que alguien suelte una colleja o le pongan endivias en los entrantes de una comunión.

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