Antonio Gala en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy le rendiremos sentido y lírico homenaje al dueño de la tinta encerrada en la pluma que reflejaba el profundo pensamiento de Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de todos los Santos Gala Velasco Madrid-Barajas. El pequeño Antonio nació el 2 de octubre de 1930 en Brazatortas, bonito pueblo de Ciudad Real y mejor insulto. Allí vivió hasta los 9 años, cuando sus padres decidieron mudarse a Córdoba porque a Brazatortas no llegaba bien el interné y porque el niño ya se había leído todos los libros de la biblioteca. A los 5 años escribió su primer relato corto, a los 7 su primera obra teatral y dio su 1ª conferencia a los 14 años. Era más listo que el guionista de Interstellar. En 1951, con 15 años inició sus estudios de Derecho en la Univ. de Sevilla por el coñazo que le dio su padre. Pa compensá estudió a distancia lo que él quería, Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Economía en la Universidad de Madrid. El padre le tenía más miedo al cargo de las matrículas de la universidad que al de Endesa. Cuando terminó Derecho empezó a prepararse las oposiciones para el cuerpo de abogados que tiene Kike ahí colgado por el coñazo que le dio su padre, pero lo dejó como acto de rebeldía. Gala empezaba a sospechar que habíamos nacido para hacer lo que nos plazca, pero en plan bien, para disfrutar de algo, “porque nacer pa matar o pa que te maten o pa decir “Viva Franco” son idioteces”. Finalmente descubrió para qué se vive y dijo que, en general, era pa no morirse. Ingresó después en Los Cartujos pero duró menos que Abascal leyendo un libro. No fue del único sitio del que lo expulsaron, también lo echaron de 3 autoescuelas, pero un ministro del interior le regaló el carné de conducir y un llavero de la Seat. En 1959 se fue a Madrid a vivir a lo Pocholo, empezó a colgar en las farolas folios con su número de teléfono como si fueran flecos y se puso a dar clases particulares. A mediados de 1962 se mudó a Italia y a partir de 1963, con 33 años ya podía vivir únicamente de la escritura. De hecho, se convirtió en el mejor pagado de nuestros escritores, el único capaz de convertir un libro de poemas en un best seller. Estuvo publicando artículos en “El País” desde 1973 hasta 1998 y en “El Mundo” entre 1992 y 2015. Con tantos artículos, novelas, guiones y poemas tenía que acabar con la mano que parecía que se la hacía otro. En 1973 sufrió en Madrid una perforación DUODENAAAARRRR, responsable de que empezara a usar bastón. Llegó a tener unos 3000 bastones, pero eso ya era vicio. Comenzó a escribir novelas en los años 90 con “El Manuscrito Carmesí” y por todos es conocida “La pasión turca” aunque yo recomiendo “El dueño de la Herida”. Recibió más de 500 premios, aunque la mayoría fue siempre lo jugao. En cuánto a la política, Gala también llegó a la conclusión de que los políticos debían extinguirse todos o, en su defecto, sacrificarlos como al pobrecito del Templo Maldito de Indiana Jones, porque la corrupción ni se previene ni se cura. Lo de la constitución europea le hacía entornar los ojos así pa´rriba como una madre cansada y eso que estuvo tan ilusionado y tan implicado que fue quién corrigió la versión de la Constitución Europea en castellano. En esta época ya tenía los ojitos como una persiana estropeá, el cuello arrugaito como un garbanzo en remojo y la melena ondulaita así engominá pa trá como un rociero. Tenía la lengua más afilada que el borde de un folio y se reía mucho, sobre todo de los demás. Gran atero decía que la religión era una de las cosas que debería estar prohibida por Dios. En cuanto al amor, lo máximo que hizo por él fue romperlo. Fue amado más de lo que él amó y llegó a la conclusión de que el amor perfecto es una amistad con momentos eróticos. Nunca vivió dentro de un armario porque él tenía vestidores, él no era homosexual, si no que lo ejercía un momentito na más. Le parecía una ordinariez ser plenamente feliz y no estar gordo y decía que no sería recordado mundialmente porque mundialmente sólo se recuerdan las guerras y los odios, no la hermosura. Que no dolía menos morirse por ser recordado, si no que le preguntaran a Cervantes, que está encantao. No le tenía miedo a la muerte y sabía bien que uno se muere sólo, porque por mucho que te quiera alguien, no se muere contigo. Decía que desgraciadamente su cáncer no era contagioso, porque si no se hubiera refregao con más de cuatro. Le gustaba mucho la palabra Ciudadano, aunque él se haya dado de baja este pasado 28 de mayo a los 92 años, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cuando a alguien le toque lo jugao o vean la película Interstellar.

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