David Bowie en Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy nos adentraremos en la vida de David Robert Jones, más conocido como David Bowie, en honor al cuchillo “Bowie”, que es como si Bisbal se hubiera llamao “David Navaja” El pequeño David nació en Londres el 8 de enero de 1947. Era hijo de un matrimonio de clase media de antes, vamos, que la madre no le decía “pal mes que viene” a una copa Danone. Su padre hacía anuncios de esos de las ONG’s que te dan ganas de apadrinar hasta la tortuga del fondo y su madre era acomodadora de cine, que llamándose Peggy Burns es una lástima que no se dedicara a hacer tartas de arándanos. A los 6 años, David, ya tenía reputación de niño superdotado, rebelde y más bronquista que un personaje de Tarantino. En un acto desesperado de su madre por mantener las manos del niño lejos de los ojos de sus compañeros le compró una flauta. Y allí que iba David por el vecindario tocando el himno de Alegría a la hora de la siesta, que es cuando mejor suena una flauta. Ese mismo año se mudaron de barrio, pa que el niño diera por culo en uno nuevo, y lo cambiaron al colegio “Burnt Ash Junior School” donde se sorprendieron de lo bien que tocaba la flauta el niño. Así que como no cantaba mal del tó, lo metieron en el coro de la escuela. El niño, que era raro de gustarle el pescao en blanco, bailaba así abriendo mucho las piernas como pa saltar un charco y moviendo los brazos en círculos como si estuviera enganchao en el visillo del salón. Sus interpretaciones eran según sus profesores “vistosamente artísticas”. En aquella época los niños bailaban Rock’n’Roll, que era el Fornite de antes y al padre se le ocurrió ponerle la canción de Little Richard, “Tutti Frutti” pa que el niño se integrara un poquito. David dijo que “había escuchado a Dios”. Definitivamente el niño era raro de no saltarse los anuncios de Youtube. A los 10 años empezó a tocar el Ukelele, el bajo Tea-cheast (que es con una sola cuerda) y el piano y hacía, además, actuaciones imitando a Elvis y Chuck Berry para su grupo de boy-scouts mientras sus compañeros metían escarabajos en un tarro vacío de pepinillos, que salía el escarabajo pidiendo sal de frutas y un almax. Con tantas extraescolares, David suspendió el examen de primaria, así que la madre lo cambió a un colegio que era como el de Harry Potter pero sin drogas al alcance de los niños. Allí pudo estudiar arte, música, diseño y composición tipográfica, que es lo de hacer los cartelitos con las letras de Mr. Wonderful. En 1961, su hermanastro le descubrió el jazz moderno y su madre vio el cielo abierto esas navidades. Le regaló un saxofón alto de plástico, que era más barato, por si no le gustaba y se acababa comiendo el saxofón. En 1962 se peleó con un amigo a cuenta de una niña, como si a él le hubieran gustao alguna vez las niñas. Su amigo, que tenía un anillo en el dedo, al darle un puñetazo le dejó la pupila como la tapita de una cañailla. Sí, señores y señoras, David Bowie no tenía un ojo de cada color, lo que tenía era una pupila dilatada como si se hubiera esnifao dos raya de tiza. A los 15 años le regalaron un saxo en condiciones, que parecía Pocoyo con el de plástico, y fundó la banda “Kon-rads”, actuando en verbenas y velaitas. Al año siguiente le dijo a la mare que quería ser una estrella de Pop, pero la madre le dijo que el trabajo estaba mu malo y que por qué no se metía mejó a ayudante de electricista, que en aquella época una bombilla de filamento duraba menos que el cargador de un iPhone. Frustrado por las pocas aspiraciones de los otros componentes de la banda, fundó otra, los “King Bees”. Mira que lo promocionaron de grati, pero su primer sencillo no lo escuchó ni el productor. Así que se cambió de banda otra vez. Y así hasta que se pintó un rayo en la cara y vendió muchos discos. Lo que más le gustaba a Bowie era ser bohemio, la psicodelia, el glam y tó lo que se pudiera volcar encima de un CD. Después se fue a Berlín a desintoxicarse, que es como irse a Jijona a adelgazar. Lamentablemente un bichito en el hígado se lo llevó el 10 de enero de 2016, dos días después de cumplir 69 años, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cuando aprovechen un tarro de pepinillos o vean una bombilla de filamentos.

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