Eugenio en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Saben aquel que diu que Eugeni Jofra i Bofarull no llegaría a ser nada en la vida y diu Eugeni: “Con la alegría que me caracteriza voy a dar comienzo, tú” El pequeño Eugenio nació en Barcelona el 11 de octubre de 1944, que entre la posguerra y que su padre creía en él menos que en la permanencia del Elche en primera, el chiquillo pasó una infancia más triste que la de Cayetano de Alba. De chico estudió en las escuelas francesas de la posguerra porque los profesores españoles estaban a que no los fusilaran y esas cosa. Cuando terminó primaria se metió en la Escuela Massana, como los tenis de antes, a estudiar dibujo porque él lo que quería era ser joyero, por si su padre no le tenía suficiente coraje todavía. En 1968, con 24 años, inventó el célebre movimiento “Irse a por tabaco” y es que iba a casarse con su novia por la tarde y al ver por la mañana que no tenía tabaco, se fue al bar a por un paquete de Ducados y allí sigue esperando el cura todavía que le lleve a él el de Fortuna que le encargó. En ese bar conoció a la responsable de la fuga, una onubense llamada Conchita, que iba pa delineante pero acabó formando con Eugenio el dúo “Els dos”. Enamoradísimos los dos, se casaron en julio de 1967 con unas alianzas diseñadas por él mismo y un cartón de Ducados que había comprado Conchita, por si acaso. Ella cantaba y él la acompañaba con la guitarra y la voz como los que cantan en los coros de carnaval así apretando el cuello pa´bajo. Llegaron a presentarse a la selección para Eurovisión, pero “Els dos” tenía más éxito que canciones, así que entre una y otra, Eugenio, sacaba una de las libretas donde había recopilado desde los 14 años hasta 50.000 chistes pa rellená. La noche que faltó Conchita porque su madre estaba malita, ese hombre de casi dos metros, vestido de negro, con tan sólo una mesa, un taburete, un güisqui y un cigarro revolucionó el humor durante las siguientes dos décadas. Cuando Conchita regresó y lo vio, diu: “Saca el casete de doble pletina que se va a enterar el Arévalo ese”. Al principio vendían los casetes después de las actuaciones, pero luego llegó a las gasolineras, a Simago y al Melli. 350.000 copias vendieron de su 1er casete y más de un millón de ejemplares de sus 3 primeras cintas. Eugenio pasó en 2 semanas de ganar 10.000 ptas por fin de semana a 400.000 ptas por gala, el doble que Martes y 13 y 3 veces más que Radio Futura, aunque este poco me parece. Las colas en los locales para ver sus actuaciones eran más largas que las del INEM en los 80 y firmó más autógrafos en los escotes que Julio Iglesias y Jesulín juntos. Ya en esta época, el tipo más divertido de España sonreía menos que Doña Sofía escuchando el podcast de Corina y llevaba las gafas, la nariz y la barba que cuando se las quitaba en su casa, en verdad tenía la cara de Mathew MacConaughey. Pero en 1980, su gran amor, Conchita, se dio de baja en la suscripción del Burda y Eugenio quedó viudo y triste con sus dos hijos pequeños. La pena no se le notó mucho porque la cara de sieso seguía siendo la misma y para que nadie sospechara de su dolor, se tiró a los brazos del alcohol, el tabaco, las mujeres, el bingo y los amigos que siempre llevan un billete de 1000 ptas mu enrollaito, que con tó lo que llevaba pegado ese billete pasaba por uno de 5000. El destino puso a otra andaluza llamada Conchita en la vida de Eugenio, era la mujer que vendía los cartones en el bingo. Eugenio le diu que si le daba 3 bingos seguido se casaba con ella. Ella cumplió y, aunque no se casaron, vivieron juntos 12 años y tuvieron el que sería el 3er hijo del humorista. Se separaron en 1993 porque Eugenio pasaba menos por su casa que el camarero de un chiringuito en agosto. No hubo peleas de custodia porque los niños encendiendo la tele, ya veían al padre. Ese mismo año 1983 su hijo mayor cumplió 14 años y se convirtió en su manager, porque el hijo veía que el padre estaba más perdío que Angels Barceló en la feria buscando la calle Pepe Luis Vázquez. Y saben aquel que diu que en 1990 le dio un doló en el corazón y le dijo al médico: “Me duele aquí, en el espíritu” y diu el médico “¿Cómo en el espíritu? ¡Eso es el corazón!. Y diu Eugenio: “No, No, ¡Mire!: En el nombre del padre, del hijo, del espíritu…” Así que el médico le dio la baja y él, que siempre había sido un hombre de excesos, pa estar tranquilito, SE VUELVE A CASAR con Isabel Soto que por lo visto lo tenía como Misery a Paul Sheldon. Cómo lo único que le había dicho el médico era que no tomara sal, Eugenio siguió con sus 3 paquetes de Ducados al día, sus carajillos, sus güisqui, su coca, pero con la comida sosa. Desgraciadamente su corazón no aguantó más allá del día del nacimiento de su nieta y el 11 de marzo de 2001, con 59 años, Eugenio nos dejaba para hacer un cara a cara con Pepe Da Rosa, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cada vez que le duelan el espíritu o alguien se vaya a por tabaco.

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