La Esmeralda de Sevilla en la Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy os descubriremos a un gran personaje por muchos y muchas de ustedes aún desconocido, Alfonso Gamero Cruces, más conocido como “La Esmeralda” de Sevilla, la Norma Duval de antes. El pequeño Alfonso nació en Sevilla, algún día del año 1933. De familia muy humilde, fue la mayor de 4 hermanos. Sí, ella, porque así se sentía y quién soy yo pa decir lo contrario. Como su padre cobraba menos que un reponedor del Dia y su madre era de las que cogía cita en el ambulatorio por la mañana y por la tarde, no podían pagarle el real que costaba el colegio, que sería, más o menos, las propinas que le dan al repartidor del butano desde que trabaja con contrato. Así que una mañana fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que vender perejil y yerbabuena a 1 peseta el ramillete, que junto a los cubos de carboncillo que recogía por las tardes y también vendía a 1 peseta, fue ella al final quien mandó al padre al colegio. Empezó a trabajar desde muy jovencita, primero en la Feria de Abril de camarera, antes de que la comunista bolivariana de Yolanda Díaz tuviera que recordar lo de los derechos de los trabajadores, luego alquilando asientos de “pelos de camella” para la carrera oficial de la Semana Santa, que es un itinerario por donde tienen que pasar todas las procesiones, como un atasco de la operación salida en dirección a Huelva el 1 de Julio, pero lloviendo y en el centro de Sevilla con el suelo lleno pipas. También trabajó de pintora, pero de encalá las fachás y de piropear a los hombres guapos que parecía un albañil soltero. Se enamoró por primera y última vez a los 17 años porque su amor se casó con otra y seguramente acabaría votando a Vox, que eso se despista mucho. Aunque lo que sí hizo es algo que de lo que se enorgullecen muchos machotes que lo único que tienen de camuflaje es la camiseta del Decathlon: LA MILI, dónde le hicieron un consejo de guerra por limpiar un cetme donde no debía. Y es la primera vez que tengo que deshacer un chiste hecho porque pasó exactamente eso, se llevó el arma reglamentaria a su casa pa limpiarla y la guardó debajo de la cama como el que guarda la maleta de los viajes con los apuntes de la universidad. Y después de pasar por la academia de Adelita Domingo, a los 20 años, acabó planchándole la bata de cola a su admirada Marifé de Triana. Pero esto no podía ser suficiente para la precursora del transformismo en una España tardofranquista, una de las figuras más importantes de la movida sevillana en los ambientes más undergrounds, la única capaz de decirle a la Duquesa de Alba que parecía el mudo de los hermanos Marx, y abrió “La Caseta”, el Moulin Rouge de nosotros. Y ella, nuestra Liza Minnelli con permanente. También tenía una caseta en la Feria de Sevilla, como no podía ser de otra manera; Situada en Pascual Márquez esquina con Costillares aquello era como maestros de la costura pero cosiendo pa la calle. Aquí ya se pintaba con la escopeta de maquillaje de Marge Simpson y llevaba la permanente como Antonio Molina. Nunca se levantaba más allá de las 11:00, porque no podía estar en la cama, a la pobre algo le pasaba que hacía muchos años que no dormía, se duchaba, hacía sus mandaos y se volvía a duchar, que ella era mu fea, pero mu limpia. Muy devota, en especial de la Macarena, “Maricón con acento en la o de bóveda” como le dijo a Jesús Quintero, la Esmeralda lo único que reprimía eran los peos delante de su querida Marifé. Grabó cassettes de chistes de “mariquitas” como los de Arévalo, pero con gracia, y uno de sevillanas con más soldados que en la base de Morón. Ella inventó a Pedro Almodóvar, y no lo digo yo, lo dijo Félix Machuca. Ocurrente y deslenguada, se encontró a la Pantoja en un evento con la barriga ya a pocos días de la explosión y le dijo “Y eso que es Poquirri” Tal vez alguien pueda recordar la “indisión” que intentaron ponerle en la película “Tor mundo é güeno” que realizó Manolo Sumer con cámara oculta en 1982, y si no, nunca es tarde para descubrir a La Esmeralda. Desgraciadamente, el 27 de septiembre de 2021 un ictus se la llevaría con 88 años aunque ustedes siempre podrán recordarla cuando un albañil les grite un piropo o vean una película de Almodóvar.

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