Laura Valenzuela en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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La pequeña Laura nació el 18 de febrero de 1931 en Sevilla, pero que podría haber nacido en Alcaudete, porque como su padre era militar y piloto de aviación comercial, que ya que estaba en la mili, se sacó tó los carné, se mudaban más que un americano con una arruló. La madre entonces decidió mandarla a un internado en Francia, donde aprendió a descargar fresas de un camión, a parecer que no se había duchado en dos semanas y a pronunciar perfectamente “quarante-deux”. Cuando tenía 10 años, Laurita pegó un estirón y llegó al 1,69 cm, que la madre le tuvo que comprar dos rodilleras por los viajes que le metía al pupitre. Menos mal que a los 13 paró en 1,71 cm, porque tenía ya las rodillas como los Borbones. Desde chiquitita soñaba con ser médico pero los padres le dijeron que económicamente sólo les llegaba pa que fuera practicante, así que se metió en la Escuela de Comercio, pero debido a su aversión a las matemáticas duró menos que Zaplana en la cárcel. Aún así, cambió su ocupación en el SAE y se pudo inscribir en una oferta, consiguiendo un trabajo de secretaria y archivera en una oficina. Al poco tiempo, a principios de los 50, Laura que tenía 21 años, dejó la oficina para trabajar en una boutique que había abierto una amiga, que por supuesto no desaprovechó la altura y las medidas de nuestra protagonista para usarla de maniquí. El trabajo en la boutique no le duró mucho porque un día entró la Duquesa de Alba a probarse un traje y Laura se lo dio sin quitarle la percha, que se enganchó en la espalda de la aristócrata como si fuera una mojarrita. Cayetana se puso en plan Neymar y Laura fue despedida ese mismo día. Pero ya grandes firmas de la alta costura madrileña se habían fijado en ella y Laurita acabó desfilando para grandes diseñadores como Asunción Bastida o Marbel. Pero Marbel con b, que son los malos de los otros, los que vestían a Carmen Polo. Ese mundo no le atrajo demasiado, porque pasaba más hambre que Carmen Sevilla, aunque le permitió conocer a mucha gente, como a su gran amigo José Luis Ozores, quien le animó a presentarse a las pruebas para la televisión en 1957, convirtiéndose en pionera como locutora y presentadora en una España donde sólo había 600 televisore, cobraba 380 pesetas y TVE era como el Mercadona, que lo mismo la ponían a presentar un concurso, que a hacer una actuación musical o un anuncio rancio de un coñac que era cosa de hombres. Pero Laura no era la primera vez que se ponía delante de una cámara, ya debutó en el cine en 1954 con “El pescador de coplas”, al que le siguieron otras producciones, llegando a trabajar incluso con Alain Delon o Sophia Loren. En 1957, con 26 años, conoce al amor de su vida, el guionista, productor y que olía a Brummel, José Luis Dibildos, que al principio parecía mu modenno porque no se quería casar, pero que cuando se casó, después de 13 años de noviazgo y 3 meses de embarazo, le dijo a la mujé que pa qué iba a trabajá. Por suerte, antes de la boda en 1971, pudimos verla en “Noches de Gala” con Joaquín Prats, antes de que llegara José Luis Moreno a quedarse con todo lo que empezara por “gala”, “sábado”, “noche” o “albanokosovar” . También nos dio tiempo a verla presentando la gala de Eurovisión de 1969 en Madrid, que a lo mejor si hubiera sabido que le iban a pagar con este fantástico viaje a Amsterdam para ver la gala del año siguiente, esa sí que la hubiera presentado José Luis Moreno. Ya en esta época tenía un aire a Ana García Obregón, posaba en las fotos como si fuera un clip de playmobil y se vestía con trajes de rombos rojos y naranjas, a juego con el papel pintao de la cocina. Así que La Valenzuela se retiró de las cámaras con tan sólo 40 años pa cuidá de su marido y de su hija, aunque volvió casi 20 años después con algunos filtros de instagram y el título de “Lady España” que le dieron en 1989, gracias al nacimiento en nuestro país de las televisiones privadas, y lo hizo presentando “Telecinco, ¿Dígame?” pero sin empanadillas. Más tarde, en 1996 y a sus espléndidos 65 años, dirigiría “Mañanas de Primera” en TVE junto a su hija Lara Dibildos, porque María Teresa Campos y Terelu se habían ido a Telecinco y los habían dejao más tiraos que Brandon Lee en el Cuervo. Luego Laura y su hija Lara estuvieron malitas, pero se fueron a Houston y se recuperaron más rápido que el poto que salen en los anuncios de las Apps de jardinería. En 2006, con 75 años, anunció su despedida de la vida pública, se puso el chándal y no volvió a maquillarse hasta el 2012 para recoger el Premio Iris por su trayectoria profesional. Desgraciadamente, el Alzheimer se llevó sus recuerdos y Laura nos dejaba el 17 de marzo de 2023, a los 82 años, aunque ustedes siempre podrán recordarla cada vez que vayan al practicante o alguien les deje más tirao que Brandon Lee en el Cuervo.

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