María Jiménez en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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La pequeña María nació el 3 de febrero de 1950 en el seno de una familia muy humilde del Barrio de Triana, pero humilde de dormir la familia en una habitación y compartir el cuarto de baño al final del pasillo con los vecinos, que si ya es difícil llevarte bien con los vecinos, imagina si tienes que entrar justo después de que uno haya descargao la mercancía. María tenía dos hermanos más chicos, Isabel y Gabriel, que era una mihita rencoroso. Su padre, Gabriel, trabajaba de estibador en el muelle pero se puso malito y la madre, que también se llamaba María, se metió a limpiá. La madre que bien podría haberse llamado Massiel, porque salía de los bautizos “queriendo a todo el mundo”. El primer trabajo de María fue de servicio doméstico porque la única filipina que había en España era la Preysler que tenía otros planes. María trabajó primero en Sevilla y a los 15 años se fue a una casa de Barcelona. Se levantaba a las 6 de la mañana y se acostaba a las 00:00, todo el día cocinando, lavando, tendiendo y planchando, porque todo el mundo sabe que los catalanes se manchan mucho con la sarsita de los puerros esos a la barbacoa. Hasta que un día paseando por las Ramblas vio una taberna flamenca, entró, le cantó al dueño un par de canciones y la contrató por 200 pesetas al día. María dejaba de ser una chacha para convertirse en una artista. María no tenía formación musical, nunca había recibido clases de baile o canto, su escuela fueron los tablaos flamencos y el lumbago, por eso cantaba levantándose la falda hasta la rodilla con las piernas separás como si fuera a un váter mu sucio de un bar y no quisiera rozarse con la tapa. En 1967, con 27 años, volvió a Sevilla y trabajó en el tablao “Los Gallos”, pero María se tropezó y se quedó embarazada, naciendo en 1968 su hija Rocío, la única a la que le dijo con qué se había tropezado. María nunca ocultó haber retozado con gente para sacar algún proyecto adelante, por eso tampoco se callaba cuando otra lo hacía, si no que se lo digan a Ana Rosa Quintana, que la dejó en directo como si tu madre te riñe delante de la pandilla. Rocío se quedó en Sevilla con los abuelos maternos mientras María intentaba hacerse un hueco en Madrid, que es dónde había que ir antes pa triunfá y pa ver a Bruce Sprinter. Y vaya si triunfó, en 1978 lanzó su segundo albúm “Se acabó”, y a partir de ahí, ya podía cantar canciones de Sabina con un pavo en la cabeza, que triunfaba más que el revuelto y las habichuelas del desayuno incluido de un hotel. María salía con un boxeador llamado “Mando” Ramos, que tenía tó la cara de Cantinflas, hasta que ese mismo 1978 conoció a Pepe Sancho, que tenía la mano más larga que la lista de espera para la valoración de la discapacidad en Andalucía. Aunque la gente que la rodeaba intentaba disuadirla, el amor es ciego, sordo y un poquito imbécil y se acabaron casando en 1980. En el 83 nació su hijo Alejandro y en el 84 se divorciaron, que eso lo sabía hasta Octavio Aceves, que no daba una. María era muy devota de la Virgen del Rocío y lo que más le gustaba del Camino era el polvo y hacer pipí detrás de un matorral. Hasta tuvo una visión de la Virgen, que lloraba, la miraba y le sonreía, aunque cuando María llegaba a la aldea lo raro era que María viera. En esta época María llevaba las puntas como si se hubiera peleao con 3 gatos y los ojitos caiditos como si siempre estuviera acabá de levantá. Un duro golpe sacudió su vida en 1985, su hija Rocío, con 17 años, fallecía en un accidente de tráfico, y en esas horas bajas apareció Pepe otra vez pa consolarla y hacerle creer que había cambiado, volviéndose a casar con él en 1987. Pero Pepe había cambiado menos que el envoltorio de los sugus. Aún así, se divorciaron y se casaron un par de veces más, que ya no sabían qué poner en la matrícula del colegio del niño. En 2002 se divorciaron definitivamente y él que más se alegró fue el que rellenaba el libro de familia. En 2003 lanzó el tema “Mamarracho” del su álbum “De María a María con sus dolores” que sorprendentemente no iba dedicado a su exmarido sino a su hermano Gabriel, al que ayudó siempre económicamente pero él fue a la tele a decir que su hermana de chica siempre entraba en el baño comunitario antes que él. En 2013, 3 días después de la muerte de Pepe Sancho, a María le detectaron un cáncer de mama que consiguió superar y en 2016 se convirtió en abuela. En 2019 se le quedó un peito enconao que la tuvo 3 meses en coma, que la pobre mía salío del hospital como la madre del rey. Desgraciadamente su salud nunca logró recuperarse del todo y el pasado 7 de septiembre, con 72 años su vida “Se acabó” aunque ustedes siempre podrán recordarla cada vez que hagan pipí detrás de un matorral o se coman un sugu.

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