Rosa María Sardá en Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

Hoy recordaremos la vida de la actriz y humorista catalana Rosa María Sardá, la Paz Padilla de antes, que no tuvo que cambiar su acento. Rosa María nació en Barcelona el 30 de Julio de 1941.Fue la hija mayor de un campesino y una costurera, por lo que tenía todas las papeletas para haber sido comida por una bruja que vivía en una casa hecha con kits kats, pero al final se metió a actriz. Rosa María nunca conoció a su abuelo porque un día se le enganchó el carro en un paso a nivel y al empezar a cagarse en todos los santos apareció la Guardia Civil que le avisó que no blasfemase. Se ve que el abuelo no tenía pa seguir pagando el Ocaso y no tuvo mejor ocurrencia que cagarse en la Guardia Civil, que eso es ser valiente y no lo del cerdito ese que se creía un Border Collie. Moraleja: El cementerio está lleno de valientes. A los veintipocos años faltó su madre y ella se hizo cargo de sus cuatro hermanos varones mucho más chicos que ella. Uno de ellos empezó muy pronto a hablar y como nadie le decía que parara, ahí sigue en La Sexta. Su madre siempre rechazó que se dedicara a la interpretación, pero como en casa no llegaba pa las cosas básicas de los catalanes, el fuet y los puerros esos largos, debutó en el teatro, sin estudiá ni ná, en 1962. Totá, como la madre no la castigara por ouija… En 1970 se casa con José María Mainat, el rubio de la Trinca, que todo el mundo dice que tiene mucho dinero pero que tanto no tendrá cuando na más que le llegó pa arreglarse los dientes de arriba. Con él tendría a su hijo Pol, que es actor, director de cine, disc-jockey y director de televisión pero porque tiene mucho talento. En 1975 da el salto a la televisión y a principios de los 80 da el salto al cine con una película de Ventura Pons, que es como José María Mainat pero con más frente. Desgraciadamente esta década no empezaría del todo bien para ella, ya que en 1980 falleció de sida uno de sus hermanos, que también es mala suerte, porque ahora ya nadie se muere de eso. A final de los 80 triunfó en TVE con “Ahí te quiero ver”, (que no es por quitarle mérito, ni mucho menos, pero que seguramente en La 2 había un ñu bebiendo agua), donde presentaba, elaboraba y supervisaba guiones y dirigía y protagonizaba diferentes sketches (Honorato, ¿encendemos la tele un rato?). Rosa María Sardá se cortó el pelito a capas, se plachó el flequillo, le dio fuerte al Farmatint rubio y a triunfá. Trabajó bajó las órdenes de, entre otros, Luis García Berlanga, Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, vamos, que no tenía que comprarse el tinte Deliplus. Aunque según contaba tuvo que “ensuciarse mucho las manos y hacer tonterías” para que la tomaran en serio. A ver, Rosa Mari, vida mía, que yo llevo 40 años haciendo tonterías y, a no ser que tenga mal el número, a mí Almodóvar no me ha llamao todavía, que nos quejamos algunas veces por vicio, reina. Presentó la Gala de los Goya en 1993 y, ya que estaba, se llevó el Goya a mejor actriz de reparto “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”. Volvió a presentar la Gala de los Goya en 2001 y, ya que estaba, se llevó otro Goya a mejor actriz de reparto por “Sin Vergüenza”. De hecho presentaría la gala una vez más, en 1998, donde no ganó el premio por “La niña de tus ojos” porque iba a parecer que miraba los sobres al traslú, como cuando te llega una carta que no quieres abrir. Tiene un montón de premios más, incluído un TP de Oro, que era el Premio Ondas de antes. Rosa María dijo en una entrevista que ella no podía ir al infierno porque ya había estado allí. Se ve que fue a un viaje del Imserso y cogió pensión completa. En 2017 renunció a la Cruz de Sant Jodi que la Generalitat le dio en 1994 porque por lo que sea le daba flatito. Desgraciadamente nuestra gran Rosa María Sardá dejó mirar sobres al traslú en 11 de junio de 2020, a los 78 años de edad, aunque ustedes siempre podrán recordarla cada vez que vean a alguien que sólo se ha puesto aparato en los dientes de arriba o cuando vean un grupo del Imserso.