Walt Disney en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy viajaremos a la animada vida de Walter Elias Disney, al que todavía pueden visitar en la sección de congelados del Cotsco. El pequeño Walter nació el 5 de diciembre de 1901 en…Illinois, ohhhhhh. No nació en Mojaaaaaca, galopa y corta el viento , No, nació en Chicago, el Benidorm de ellos. Allí se crió con su 4 hermanos, su madre Flora y su padre, Elias Disney, que vivía amargao porque cada vez que abría un negocio le duraba menos que un terrorista a Steven Seagal. El padre de Walt probó suerte una vez más comprando una granja en Missouri, pero los dos hijos mayores le dijeron que iba a recoger lo nabos su prima la de Albacete y se volvieron a Chicago. Así que allí se quedó Walter dibujando animalillos y aguantando el menosprecio de su padre, que el rancio no se reía ni con Pepe Da Rosa. En 1909 Elias contrajo fiebre tifoideas y tuvo que vender la granja, mudándose toda la familia a Kansas City, pero no durarían mucho porque allí no había quien aparcara. 5 años después, su otro hermano, Roy, también se fue de casa porque el pare lo tenía más explotao que un plastiquito de burbujas. Al final lo que quedaba de familia se mudó otra vez a Chicago. Como no sería de jartible Elias Disney que Walt, a los 17 años, falsificó su partida de nacimiento pa combatir como soldado en la Primera Guerra Mundial. Esa casa en Acción de Gracias tenía que ser como un salón de la Super Nany. El padre doraba el pavo a cashetás. A los 20 años ya tenía cara de saberse la vida del podólogo y un bigotito con el que nadie sospecharía nunca que era una mihita nazi. Cosa que gustó en la agencia de publicidad donde lo contrataron y donde conocería a Ubbe (con b) Iwerks, un talentoso dibujante con el que montó más empresas que Ruíz-Mateos con Jiménez de Tejada. Entre los dos montarían un modesto estudio en el único sitio que te garantiza el éxito en Norteamérica: el garaje de su casa. Quebraron más veces que la zapatería Mary Paz, pero Walt siempre se las ingeniaba para sacar el negocio adelante. En el 23 aterrizó en Hollywood, en el 25 se casó y en el 26 le cambió el nombre a la empresa por Walt Disney Studio, porque en los años 20 de antes te daba tiempo de hacer más cosas. Centrado totalmente ya en su empresa, a Walt se le ocurrió un nuevo personaje en el autobús de Sevilla a Sanlúcar: un ratón pánfilo, apolítico y asexuado al que llamó Mortimer. Su mujer, que se veía otra vez esperando a que las del Mercadona pusieran las pegatinas de bajada de precio, le dijo que ella de dibujo no sabía pero que había que tener algo mu malo agarrao en el pechito para ponerle Mortimer a algo. Y así nació Mickey Mouse. En 1937 estrenó su primer largometraje: Blancanieves y los 7 enanitos, que aunque fue todo un éxito en taquilla le dejó endeudao hasta las orejas porque Disney era mu de pedir el dinero a Cetelem. Luego vendrían Pinocho y Fantasía, que recaudaron menos que Waterworld, desastre que se solucionaría más tarde con Dumbo y Bambi. En los años 40, la factoría Disney contaba con un complejo de 20 edificios y 2000 empleados que cobraban menos que los repartidores de Glovo. Tampoco podían tener sindicato, porque eso era de comunistas y a él lo que le gustaba eran lostraterrestre, los nasi y la gente mu blanca. Hasta que llegó un Yorlando Dyaz que le dijo “¿que no nos dejas tener sindicato? Te digo yo que sí” Y se pusieron en huelga un año, que ya tenía que pagar poco er gashó pa que la gente esté un año en huelga por iniciativa propia. También se dedicó a la caza de brujas dando chivatazos al FBI y a echar más humo que el fumador de Expediente X, aunque no hay fotos de Disney fumando porque no quería ser una mala influencia TAN EVIDENTE para los niños; Él era más de mensajes subliminales. Ganó 26 premios Oscar y más dinero que el del video comunitario, pero despidió a 400 empleados para cumplir con el acuerdo de subida salarial del 25% de los dibujantes, porque Disney era bondad y generosidad. Finalmente, el 15 de diciembre de 1966, lo metería la mujé en el cajón al lao de las croquetas de puchero, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cuando vean una película de Steaven Seagal o se compren unas babuchas en la zapatería Mary Paz.

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