Zafarrancho Vilima - Peluquerías de Antes 237

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¿Recuerdas cómo era eso de ir a la peluquería antes? Esos barberos con su babi blanco y fumando, esos sillones grandes con cenicero en los reposabrazos, esas revistas en una mesa bajita, esos pelados a la taza... Se habla mucho de como ha cambiado el estilismo de los 80 para acá, sobre todo en materia de vestimenta, pero uno de los cambios más radicales si nos paramos a pensar se ha dado en las peluquerías, desde el establecimiento en sí como por las técnicas y pelados que se hacían en ellos. Podríamos diferenciar entre peluquerías de caballeros y de señoras. Si había algo distintivo en las peluquerías de caballeros, a parte del peluquero echándose un piti mientras te pelaba, era esa mesita con dos alturas llenas de revistas, en las que hábilmente camufladas de encontraban varios ejemplares de interviú intercalados entre los Hola, Diez Minutos y el Don Balón. Había gente que iba a echar la mañana viendo por enésima vez las fotos de Marisol o Marta Sánchez enseñando pelambrera. En las de señoras es verdad que lo que se encontraba era una amplia variedad de revistas del corazón: Hola, Diez Minutos, Semana, Pronto…y aqui de la misma forma había señoras que iba a echar la mañana viendo los últimos saraos de la reina de Jordania y sus amigos de la Jet Set. Pero quitando lo que viene siendo el atrezzo de un establecimiento de peluquería, si algo ha cambiado es el tipo de peinado. Entre los chicos, había una buena lista de tipos de peinados y pelados: El doble cuello El peinado cenicero La modita de dejarse una colita, y si ibas de super alternativo, te la dejabas en un ladito de la nuca en vez de en el centro. El rapado no era algo que se llevara mucho, los calvos de los 80 llevaban su calvicie con dignidad, a lo Juanjo Menéndez, pero hubo un momento en el que la gente le dio por llevar la cabeza como Ivan de la Peña para esconder la falta de pelo. Si bien los chicos buscaban más la variedad en el pelado en sí mismo, las chicas iban mas al estilismo, con numerosas variaciones en el peinado. Por ejemplo: La permanente El cardado Los flequillos cortados con hacha, algo que sigue siendo tendencia en Euskadi Teñirse de rubia…que aunque se sigue haciendo, hoy día hay mas variedad de colores, pero en los 80 lo de teñirse de rubia era religión, algo que no se entendía muy bien porque si algo se notaba era que “rubia de bote, chocho morenote”, o su variación “el color de la ceja marca el color de la almeja” Los rulos Los secadores que parecían en casco de darth vader El uso anticonstitucional de la laca Otra cosa que ha cambiado mucho es la denominación. Antes todo era “Peluquería de Caballeros” o “Peluquería de Señoras”, pero eso ha dado paso a las modernas Barberías, con su distintivo blanco, azul y rojo, que muchas veces parecen desde fuera hamburgueserías en vez de peluquerías. Las de chicas han pasado a llamarse “Salón de Belleza”, cuando todos sabemos que algunas no tiene solución. Otra cosa que ha cambiado mucho es que en las de chicas era muy habitual ver todo tipo de potingues, champués, ceras, lacas,... y en la de chicos había una mesa con unas tijeras normales, otra con un peine en una de las hojas y unas navajas para hacerte las patillas. Ahora las peluquerías de chicos tiene los mismos o más potingues que las de las chicas, y sobre todo mierdas varias para las barbas, porque con el pelado los chicos hemos ido para atrás con poca variedad, pero lo de las barbas es un mundo. Una cosa que no ha cambiado y que alguien alguna vez me tiene que explicar es por qué las mujeres mayores con el pelo blanco cuando salen de la peluquería tienen ese tono malva tan característico, color cebollita francesa. Los peluqueros y peluqueras también han cambiado mucho. Antes lo habitual en las peluquerías de hombres era el típico señor, chaparrito, y con un bigote preconstitucional, mientras que en las de chicas lo habitual eran las señoras de mediana edad, vestidas con un babi que más bien parecía un delantal. Hoy día tantos unos como otros suelen ser divinos de la muerte, y ya no sales con la sensación de que al menos vas mejor que ellos. Entre los chicos también era muy habitual darse la renta cuando te pelabas, una moda tan absurda como pisarle a uno los J’Hayber blancos relucientes cuando se daban cuenta de que los estabas estrenando.

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